En cualquier lugar de la casa:
-Eh! Cuidado con eso que lo rompes.
-¡No toques eso que es mío!
Madre en la cocina, fumando; hijo pequeño en el salón:
-Espera un momento, Concha (dice la madre a su vecina por teléfono). ¡Niño! Apaga el televisor.
-Mamá, por favor, déjame ver los dibujos.
-Hay que ver cómo son los niños de hoy en día (dice la madre a la vecina). Ponte a estudiar.
-¡Que mañana no tengo examen!
En la calle:
-Porfa, mamá, cómprame esto, anda… me portaré bien.
-Nunca cumples tus promesas.
-Te prometo que esta vez sí.
-Bueno, está bien. ¿Cuánto cuesta el susodicho videojuego?.
En otra tienda:
-Mira que perrito más mono, mami.
-¿Cuál?
-El que está tras el cristal de la derecha, con cara de triste.
-Pobrecillo.
-Venga, mami, cómpramelo.
-Un perro da mucho trabajo.
-Yo me ocuparé de él.
Un tiempo después:
-Ocúpate del puto perro. Te recuerdo que el perro fue idea tuya. Igual que lo de apadrinar al jodido niño.
-¡Joder, estoy hasta la polla del perro! ¡En buena hora lo compramos!
-Como se vuelva a mear ahí. Le corto el rabo.
-Tranquilo, creo que conozco a alguien que quiere un perro. Pero no sé si será demasiado viejo.
Padre y madre:
-Bebe mucho últimamente. La última vez vomitó en su propia cama.
-¡Déjale!, son cosas de críos. Yo a su edad me las cogía peores.
Después de cenar:
-Tienes que estudiar más, hijo.
-Necesito una motivación.
-En casa no queremos vagos, ¿eh?
-Puedo ponerme a trabajar.
-Si apruebas todas te compraremos la moto.
-Gracias, papá. Me subo a estudiar.
Más tarde:
-La culpa es mía.
-¡Oh, vamos! Esto le puede pasar a cualquiera.
-La multa me importa una mierda, pero... ¿volverá a andar?
-No lo sé.
-Voy a avisar al pequeño.
-¿Qué quieres, mamá? Date prisa. Estoy a punto de pasarme la pantalla.
-¿Cómo estás?
-Muy bien, mamá. Venga, hasta luego.
-Adiós.
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